En busca del pintor alcoyano
- Sergio Martínez López
- 13 mar 2022
- 7 Min. de lectura
Actualizado: 6 oct 2022

"No hay enseñanza posible sin la bendita amistad, que es el mejor conductor de ideas entre hombre y hombre"
Esa frase de Benito Pérez Galdós (1843-1920) resume perfectamente lo que he sentido al realizar un viaje a Alcoy acontecido hace varios días. Son casi 100 kilómetros los que separan Benidorm y esta localidad, pero bien merecen un recorrido. Y más si la dicha es buena y la compañía rezuma alegrías y chanzas por los cuatro costados.
El propósito de esta breve odisea es curioso. Mi fiel y perfeccionista peluquero oriundo de Buñol, Tony, me propuso acompañar a otro colega de profesión ya retirado y al cual le dedico este artículo. Su nombre es Lorenzo y desde que intercambié escasas palabras con él supe que íbamos a hacer buenas migas. Ya saben, las almas viejas se reconocen rápidamente...
Su deseo era rendir su particular homenaje a un artista local multidisciplinar. Uno de aquellos cuya obra no sale en los libros ni es conocida por muchos de sus paisanos pero que no por ello merece menor estima. Su nombre era Luis Domingo Millán (1947-2016), pintor, grabador, ceramista y escultor que viajó desde su Alcoy natal hasta Barcelona. Allí, se codeó con los grandes nombres de la pintura contemporánea española, realizando exposiciones con célebres genios como Picasso (1881-1973), Dalí (1904-1989) o Miró (1893-1983),cuyo infantilismo despierta en mí la más absoluta de las perezas. Dejó también su huella más allá del Mare Tenebrosum y el mar de Balboa, concretamente en Estados Unidos o Australia.

Así, en busca del pintor alcoyano, los tres mosqueteros de esta historia conversan sobre lo humano y lo divino, transformándose el pequeño automóvil en un contenedor de información que no cesa cual crecida del Ebro. Para un historiador es una auténtica gozada conocer personas como Lorenzo. Auténtico pozo de sabiduría popular y con lecturas a sus espaldas, forma parte de aquella generación marcada por la Guerra Civil (1936-1939) y la tragedia de la posguerra. Su padre fue destinado nada más y nada menos que a Belchite, localidad zaragozana donde sublevados y republicanos se asesinaron de forma cruenta en el verano de 1937.
Como hicieron mis abuelos, ante aquella situación pobreza, sudor y pan negro, su familia tuvo que emigrar desde Brozas (Cáceres) a Barcelona, ciudad que, en virtud de su dinamismo económico, atraía numeras bolsas de población venidas desde varios puntos del país. Bernal Díaz del Castillo (1496-1584), cronista de Hernán Cortés (1486-1547), decía que a los españoles que se embarcaron a América les movía un espíritu aventurero indomable: "Todo lo queríamos saber, todo lo queríamos trascender".
Pues bien, aquella villa extremeña no es una excepción en este sentido. Al amparo de la Orden Militar de los Alcántara, parió vecinos ilustres que cruzaron fronteras y conformaron un legado cultural y artístico nada desdeñable. Hablo de Nicolás de Ovando (1451-1511), primer gobernador de las Indias, Francisco Sánchez de Las Brozas (1523-1601),gramático procesado por la Inquisición o Antonio de Nebrija (1444-1522),creador de la primera gramática del español. Enamorado hasta las trancas de Brozas, decidió instalarse junto a los suyos en lo que hoy es el colegio de las Carmelitas, siendo la única casa que se conserva del sabio en todo el país. No me quiero olvidar del gran actor cómico Casimiro Ortas Rodríguez (1880-1947), cuyas representaciones le llevaron hasta la mismísima Cuba, isla bautizada por Cristóbal Colón (1451-1506) como Juana en honor a la hija de los Reyes Católicos. Su papel como "Silvino" en el sainete madrileño "Serafín el pinturero" fue alabado por la crítica de la época.
Lorenzo se mostró tremendamente orgulloso de su terruño, siendo un auténtico guardián de la tradición de una Extremadura a la cual empiezo a amar cada vez más. Sin haber pisaod la academia, sus anécdotas están repletas de una vulgaridad ingeniosa a la par que brillante. Nada de correcciones políticas, algo que agradezco de todo corazón. Así, guardo como oro en paño en mi memoria sus conversaciones con los curas, aquel hombre asesinado por un capitel en Italia (ríanse del síndrome de Stendhal), sus primeros coqueteos con mujeres de moral relajada, sus vivencias en la ciudad condal, sus visitas al palco del Camp Nou (fue peluquero de Joan Laporta), el día que afeitó a un muerto o su domicilio donde atesora obras de Antoni Tàpies (1923-2012) cual duque de Alba en el palacio de Liria.
Llegados a Alcoy tuvimos el placer de ver la ermita de San Roque y San Sebastián. Su origen remoto se encuentra a finales del siglo XV, cuando los habitantes de la villa de Alcoy, entonces incorporada al Reino de Valencia, decidieron que levantarían esta parroquia a tales santos con el fin de que les salvase de un brote de peste que amenazaba sus muros. Como ven, la covid-19 es más vieja que la tos. Para suerte de las generaciones posteriores la divina providencia actuó y el devenir hizo el resto. Tras ser destruida la primera iglesia por la Guerra de Sucesión (1705-1714), tocaba erigir nuevos cimientos y realizar las reformas pertinentes, llegando hasta el emplazamiento actual frente al barrio de Santa Elena, a la otra parte del río Barxell.

Como suele ser habitual en estas construcciones eclesiásticas, el aspecto exterior es tan importante como el interior. Las iglesias españolas atesoran auténticas joyas...
Así, pocos alcoyanos sabrán que justo al lado de una de las pilas de agua bendita por donde pasan diariamente hay un lienzo adscrito al célebre artista del Cinquecento italiano Jacoppo Tintoretto (1518-1594), responsable de cuadros como "El lavatorio" (1548-1549), actualmente conservado en el Museo del Prado (Madrid).


José Martí Casanova, impresor alcoyano, expuso interesantes descripciones del recinto en su "Guía del forastero en Alcoy", publicada en 1864.
«...La [ermita] de S. ROQUE y S. SEBASTIAN abogados contra la peste, y patronos de esta ciudad, está situada frente al barrio de Sta. Elena, á la otra parte del rio Barchell. Su orijen se remonta á principios del siglo XV, con motivo de la asoladora peste que en 1414 invadió la Península; de cuya calamidad y otras se debe creer salió ileso Alcoy por intercesion de estos sus patronos que fueron votados por tal en el año 1600.
La proteccion de estos santos fue tambien esperimentada aquí en los años de calamidad de este reino: 1489 hasta 1495, 1532, 1557, 1558, 1559, 1564, 1577 y 1599.
En 1564 se proyectó fundar un convento en el sitio que hoy ocupa esta ermita, y al efecto se dió en posesion á los PP. del convento de S. Francisco en 24 de Octubre de 1566; y se refiere la tradicion que dichos Padres establecieron junto á la ermita un hospicio.
En la guerra de Sucesion quedó arruinada esta ermita; por lo que en 1715 se comenzó á reedificar, dándola mayor capacidad; y no se bendijo hasta mediados de Junio de 1731. Posteriormente se ha renovado á espensas de este vecindario.
La fiesta principal se celebra el 16 de Agosto, concurriendo lo mas escogido de estos habitantes...»

El hambre asoló nuestros estómagos y gargantas. Había que buscar algún restaurante. Tuvimos el infortunio de comer en una taberna bávara de cuyo nombre no quiero acordarme donde el servicio tenía una calidad más que dudosa. Nunca había probado el helado con trozos de plástico barato, os lo "recomiendo". Si Tony llevara ese negocio los activos de la empresa llegarían al nivel de los de Coca-Cola...

Tras llenar el buche y el gaznate nos dirigimos al objetivo principal del viaje: el cementerio de San Antonio Abad, no sin antes ver a cierta camarera bella de piel marmórea y ojos zarcos, de la cual quedó prendado vuestro humilde redactor.


En dicho campo santo, heredero del Cementerio Viejo de 1812, estaba supuestamente enterrado el pintor alcoyano y tocaba encontrarlo. Tras vagar por las innumerables callejuelas,plazas y contemplar las infinitas tumbas sin suerte, decidimos adentrarnos en las galerías subterráneas de San Severo, San Antonio y San Fabián, operativas desde 1889. Sus cavidades profundas no tienen nada que envidiar a las de unas catacumbas de París (aquí no hay 6 millones de cadáveres pero os aseguro que no faltan nichos). Sus amplios corredores, larguísima bóveda de cañón y gruesos muros contrastaban con las arcos apuntados, la bóvedas de crucería, los contrafuertes y los vanos que observamos horas antes en la ermita. La musa de la historia Clío me susurró en aquellos pasillos unos versos homéricos y saqué a pasear mis conocimientos ante la curiosidad de mis acompañantes.

No hallamos los restos de Domingo, pero si reposaban en aquel lugar seguro que sintieron la presencia de su querido amigo brocense. Como bien dice Tony este tipo de experiencias son las que importan realmente. Ni cien mil maravedíes podrían pagar estas charlas y ese abrazo de Lorenzo. Cierro este homenaje a la amistad con unas tiernas palabras del poeta extremeño Luis Chamizo (1894-1945), autor de "El miajón de los castúos" (1921), obra que apela a la esencia del pueblo extremeño recogiendo su vocabulario, folclore castizo, usos y costumbres.
"Ellos saben que la tierra labrantía.
seria, llana y arrogante'n los recuestos,
es la jembra que mantiene muchos hijos
con la juerza de la savia de sus senos;
y es la madre, y es la novia y es la hermana
del gañán que, con calor de macho en celo,
la colmara de cudiaos,
la regara con süores de su cuerpo,
la labrara con cariño,
derramara por sus surcos el granero
y supiera conformase cual cristiano
cuando Dios, dende los cielos,
pa probá si eran mu jondas sus querencias,
malograra sus esfuerzos.
Qu'estos hombres qu'al amor de sus terruños
ayuntaron el sentir de sus adentros,
despreciando la pereza sin descanso
de los hijos poltronaos del dinero,
con la juerte calentura de la gloria
que manó del corazón a sus celebros
conquistaron pa los reyes de su Patria
los Peruses y los Méjicos,
y llenaron de pinturas sus iglesias,
y palraron su sentir en los Congresos,
y cantaron la belleza de sus campos,
y elevaron sus plegarias a los cielos,
y murieron orgullosos por la causa
de las santas libertades de su pueblo...
Son asina los cachorros de la raza
de castúos labraores extremeños,
que, inorantes de las cencias d'hoy en día,
cavilando tras las yuntas, descubrieron
que los campos de su Patria
y la madre de sus hijos, son lo mesmo".

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