Entre 1948 y 1978 el régimen franquista concedió un total de 33 ducados a diversas personalidades relevantes de la causa nacional. Había que pagar los favores prestados, que no fueron precisamente pocos, durante la guerra incivil tanto dentro como fuera de España. La gasolina de los bombarderos alemanes e italianos (procedente de la petrolera estadounidense Texaco) y la División Azul iban en la línea de pagar las ayudas exteriores a Franco y compañía.
En el Decreto de 18 de julio de 1948 sobre concesión de Títulos
del Reino leemos lo siguiente:
"La Cruzada que España sostuvo durante tres años en
defensa de Dios y de la Patria contra todas las fuerzas
de la secesión política y social confabuladas para destruirla
y contra los enemigos de la civilización cristiana,
sirvió también para exaltar las egregias calidades de un
pueblo que desde los albores de su historia y en todos los
momentos cruciales de la humanidad ha sabido mantener
enhiesta la bandera de los más altos valores del espíritu...".
Así se justifica en plena posguerra la creación y concesión de unos títulos nobiliarios. Si recordamos, lo que hace el Caudillo no es nada nuevo, pues durante la llamada Reconquista (y los sublevados concibieron la lucha como una nueva cruzada, esta vez frente al rojo) de los reinos cristianos frente a los árabes en la Edad Media, se crearon numerosos feudos, cargos, encomiendas y honores varios a fin de recompensar la labor en armas, recursos y sangre prestada por aquellos caballeros pertenecientes a diferentes órdenes militares y religiosas. Luego llegaron los Reyes Católicos y pusieron en vereda a aquellos nobles. Imagino que en ambas Españas fue difícil lidiar con tantas voluntades y egos...
¿Misma guerra, mismos premios? Unos iban a caballo y con espadas y otros con fusiles y tanques, pero todos sufrieron, ganaron y perdieron durante aquellos conflictos. Eso sí, unos lo tuvieron más fácil que otros. Unos eran más héroes que otros...
Teodoro Recuero Pérez, combatiente de la División Azul y galardonado con la Cruz de Hierro, describe su precaria situación en el Madrid de los 50: "En un principio, creímos que aquella forma de vivir duraría poco tiempo, ya que pensamos que mi condición de combatiente de la Guerra Civil Española y divisionario me daría posibilidades para adquirir pronto una vivienda. Por desgracia no fue así. Durante siete largos años moví Roma con Santiago pero lo único que recibí fueron la mar de promesas y el consabido: "ya miraremos a ver qué se puede hacer sobre tu problema" ¡Qué injusticia más grande! Esta experiencia fue el vaso que colmó mi ceguera patriótica; dejé de creer en eso que decían una y otra vez de que nunca olvidarían nuestro sacrificio".
Retornando a la España franquista,los beneficiarios fueron nombres relevantes vinculados al bando sublevado: Mola,Primo de Rivera, Moscardó, Calvo Sotelo...Auténticos mártires de su cruzada nacional. Es interesante este documento porque nos permite entender cómo concibió el franquismo la Guerra Civil de 1936 y 1939 y cómo se fraguaron una serie de mitos y terminologías desde las instancias oficiales. La apropiación del ideario y figura de José Antonio Primo de Rivera ya estaba en marcha. Recordemos que durante el traslado del fundador de Falange al Valle de los Caídos en 1959, hubo falangistas que gritaron al jefe del Estado lo siguiente: “¡Franco, traidor!”.
Por cierto, si la Ley de memoria democrática entrara en vigor, estos ducados franquistas serían arrebatados a sus actuales propietarios por exaltación de la Guerra Civil y la Dictadura.
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