Del aula al espacio: la aventura trágica de Christa McAuliffe
- Sergio Martínez López
- 2 oct 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 3 oct 2022

La historia es, en esencia, hechos consumados y contrastados. Relatos interesados que los historiadores serios y profesionales deben recopilar, desmitificar e interpretar de la manera más rigurosa y científica posible para ofrecer explicaciones reveladoras sobre el papel de las sociedades en los diversos y poliédricos procesos históricos.
Sin embargo, la historia es también lo que pudo haber sido pero no sucedió. Campañas bélicas que jamás se llevaron a cabo (o no se produjeron como fueron planeadas), alianzas inesperadas, viajeros que jamás llegaron al puerto de destino, negocios que no fructificaron, encargos sorpresivos, magnicidios, encuentros con ciertos individuos sumamente reveladores e imprevistos que nos llevan a puntos alejados completamente de nuestras previsiones... El azar es lo que nos empuja hacia uno u otro sitio en muchas ocasiones. El motor de la historia, si es que tiene alguno, creo que es el azar y no tanto la archiconocida lucha de clases, la cual a mí ya se me quedó corta para explicar el recorrido espacial y temporal de ese simio tan raro y fascinante que es el hombre.
Una de estas historias frustradas es precisamente la que traigo hoy a esta reseña, la de Christa McAuliffe (1948-1986): la maestra de historia que quiso ir al espacio y retransmitir sus lecciones a sus pupilos terrícolas.
"Una de las cosas que espero traer al aula de clase es hacer la conexión con los estudiantes para que sientan que ellos también son parte de la historia, que el programa espacial les pertenece e intentar educarlos con la era espacial", decía entusiasmada poco antes de embarcarse hacia su fatal destino. Sin duda sabía que enseñar era algo más que soltar parrafadas por la boca a jóvenes impulsivos y sin cerebro. Una de esas maestras que dignifican la profesión y la hacen imprescindible.
No cumplió su sueño, pues el transbordador Challenger en el que viajaba (en su décimo vuelo) se desintegró el 28 de enero de 1986, tan solo 73 segundo después de despegar. Para mayor dramatismo, la tragedia fue televisada en todo el país. Había sido reclutada entre casi 12 mil profesores. Todos ellos aspiraban a formar parte de la misión STS 51-L, convirtiéndose ella en la primera civil en realizar un viaje de semejantes características.
Fallecieron en el accidente 6 astronautas más: Dick Scobee, Michael Smith, Elisson Onisuka, Judith Resnik, Ronald McNair y Gregory Jarvis. Al parecer, el frío había hecho que algunas piezas perdieran elasticidad, produciéndose un escape. Por primera vez una nave espacial explotaba en pleno vuelo. Ya en el 67 fallecieron otros tres astronautas en un ensayo del Apolo I. Un incendio en la cabina fue el responsable. Por último, en febrero del 2003, el Collumbia, cuando solo quedaban 16 minutos para aterrizar, se desintegró con 7 tripulantes. A modo de curiosidad, cada enero, la NASA recuerda a los astronautas muertos en sus misiones espaciales.

El 28 de Enero de 1986, el entonces presidente de los EEUU, Ronald Reagan (1911-2004) pronunció un memorable discurso en alusión a la tragedia del Challenger:

"Sus seres queridos fueron brillantes y valientes. Y tenían esa gracia y espíritu especiales, el cual clamaba: "Denme un reto y lo cumpliré feliz". Estaban deseosos de explorar el universo y descubrirle. Querían servir y lo hicieron. Nos sirvieron a todos. Quienes nos acostumbramos a las maravillas de este siglo.es desolador.Pero por 25 años, el programa espacial de EE.UU., ha hecho solo eso. Nos acostumbramos a la idea del espacio. Y quizá olvidamos que apenas estamos comenzando. Seguimos siendo pioneros. Ellos, la tripulación del Challenger, lo eran.
Y quiero decir algo a los estudiantes que veían el despegue por televisión. Sé que es difícil de entender pero, a veces, pasan cosas así de dolorosas.Todo es parte del proceso de exploración y descubrimiento.Todo es parte de tomar la oportunidad y expandir los horizontes del hombre. El futuro no pertenece a los temerosos, sino a los valientes. La tripulación del Challenger nos llevaba hacia el futuro. Y seguimos por ese camino".
Resulta curioso que el presidente recupere en su discurso la figura del explorador y corsario inglés del siglo XVI Sir Francis Drake, enemigo acérrimo del Imperio español y quebradero de cabeza de Felipe II. Sin duda, la épica de los primeros exploradores y conquistadores de América, empezando por los pioneros españoles y portugueses, que Reagan obviaba, ha calado en nuestro mundo contemporáneo. Historias de individuos sin blanca que dejan sus hogares y se lanzan a la mar arriesgando lo poco que tienen en busca de la fama, oro y una vida mejor...

John F. Kennedy (1917-1963) sí llegó a reconocer que los Padres Peregrinos no fueron los únicos responsables del descubrimiento y colonización de su país: "Por desgracia, son demasiados los estadounidenses que creen que América fue descubierta en 1620, cuando los primeros colonos llegaron a mi propio estado, y se olvidan de la formidable aventura que tuvo lugar en el siglo XVI y principios del XVII en el Sur y el Suroeste de los Estados Unidos".
Sabias palabras que reivindican el pasado hispano de Norteamérica (Florida, Nuevo México, Colorado, Texas ). Ponce de León, Cabeza de Vaca, Hernando de Soto, Juan de Oñate o Fray Junípero Serra son algunos de los responsables de que más de la mitad de los actuales Estados Unidos formaran parte en algún momento del Virreinato de Nueva España. Cuestión que queda para otro artículo sería el interés real que los Austrias y los Borbones tuviesen en aquellos territorios...
Volviendo a las palabras de Reagan, esta retórica del reto, ya sea cruzar el Atlántico o ir a la Luna, casa muy bien, si lo pensamos detenidamente, con el espíritu emprendedor promovido siempre por la cultura liberal yankee y la ética protestante del trabajo. El famoso hombre hecho a sí mismo, "Apuesta por ti y por tu país", "No te preguntes qué puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país". No son discursos inocentes, pero considero que, debates al margen, nos animan a comprometernos con una idea, a dar lo mejor de nosotros mismos, a hacer cosas y a emprender proyectos pese a no contar con todas las garantías. Nadie las ha tenido nunca, ni Cortés ni Armstrong ni Gagarin.
Como decía Yoda en "El imperio contraataca"(1980): "Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes". No nos quedemos en la Luna de Valencia (nunca mejor dicho) y sigamos la estela deejemplo los 7 del Challenger.
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