El casus belli de Putin
- Sergio Martínez López
- 24 feb 2022
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 28 feb 2022
Aceptémoslo, el tiempo de la diplomacia terminó. Basta de lloros hipócritas, de navajazos por puestos de poder, de falsas reuniones, de presidentes egocéntricos de importancia insulsa, de sanciones grises que apelan al derecho internacional (vulnerado por unos y por otros), de discursos lastimeros por Twitter y Tik Tok, de planteamientos maniqueos tranquilizadores y de valientes belicistas por redes que nunca han visto una bala (yo tampoco, pero algo de la historia de la guerra sé). Occidente (UE, OTAN y USA) debe reaccionar ante la amenaza rusa y no caben medias tintas. Toca ser responsables y consecuentes con los actos. Lo merecen los tiroteos, explosiones y huidas masivas de civiles ucranianos. ¿Las democracias occidentales volverán a dejar tirada a una nación de Europa oriental como hicieron hace 80 años en las previas a la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)?
Si volvemos la vista atrás, algo siempre revelador en estos casos, observaremos que Putin llevaba tiempo apoyando a los gobiernos separatistas o facciones afines de las antiguas repúblicas soviéticas, países que Occidente no reconoce pero cuyas realidades existen sobre el terreno, por mucho que haya quien lo niegue...
Lo hizo en Transnistria (Moldavia) a principios de los 90, en Osetia del Sur y Abjasia (Georgia) en 2008 y seis años después en Ucrania con la controvertida anexión de Crimea cuyos efectos aún sufrimos (los ciudadanos de a pie, que los gobernantes están en sus dachas a salvo de la quema). Ahí, Rusia, comenzó a apoyar una insurgencia de separatistas prorrusos en el Donbass (región este de Ucrania fronteriza con Rusia). Desde entonces (2014) se libra una guerra abierta por el control de la zona conflictiva entre el gobierno ucraniano y las fuerzas separatistas ligadas al Kremlin.
Al parecer, Rusia no quiere jugar un papel secundario en el tablero mundial. Y así lo demuestra constantemente. Salió seriamente tocada de la disolución de la URRS pero un gigante con pies de barro, por muy decadente que sea, sigue siendo peligroso, y más si es una de las nueve naciones que poseen armas nucleares. La que liaste Robert Oppenheimer (1904-1967)...
Lo que estamos viendo ahora es otro capítulo más de esta larga lista de conflictos regionales en Europa del Este. Como decía más arriba, Putin apoyaba desde hace unos años a sus amigos del Donbás de facto, pero, por fin, se ha decidido a hacerlo de iure, apelando incluso a la Carta de las Naciones Unidas. De esta manera, ha urdido el casus belli perfecto para defender más si cabe sus intereses geopolíticos ante la comunidad internacional.
Podemos decir con todas las de la ley que Vladímir Putin ha cruzado el Rubicón anunciando esta "operación militar especial". Ya se han producido grandes explosiones en el oeste de Ucrania, desde Sloviansk y Kramatorsk a Járkov, a 30 kilómetros de la frontera rusa; incluso en Kiev, la capital...
El presidente ucraniano Volodímir Zelenski, cuyo idioma nativo es el ruso, ha declarado la ley marcia, haciendo un llamamiento a sus ciudadanos para que defiendan sus fronteras: "Las fuerzas armadas ucranianas están involucradas en fuertes combates, repeliendo ataques en el Donbás y en otras regiones, al este, al norte y el sur. El enemigo ha sufrido graves pérdidas y sufrirá muchas más. Han venido a nuestro territorio. Ya hemos repartido armas, y las repartiremos para defender nuestro país a cualquiera con capacidad de defender nuestra soberanía. El futuro de Ucrania depende de cada ciudadano".
Haciendo historia comparada, la situación de los ucranianos me recuerda a la de los polacos del 39 y a la de los checoslovacos del 38. No, Rusia no es el III Reich, pero los apetitos imperialistas son difíciles de saciar en cualquier época y la historia ha sido, desgraciadamente, un campo de batalla para gobernantes desde el origen de los tiempos.
"10 millones de alemanes que viven fuera de nuestras fronteras", así acreditó Adolf Hitler (1889-1945) su intención anexionista respecto de Austria. "El colapso de la Unión Soviética fue el mayor desgaste geopolítico del siglo (...) Decenas de millones de nuestros conciudadanos se encontraron fuera del territorio ruso", dijo Putin en su discurso anual de 2005. "Rusos y ucranianos somo el mismo pueblo", afirmaba hace unos meses.

¿Parecidos razonables? El nacionalismo que equipara sangre y tierra fruto de nostalgias pasadas, sea pangermanista o paneslavista, puede desembocar en una auténtica hidra que devora pueblos, territorios, recursos, vidas de inocentes...

Reproduzco aquí un extracto del discurso pronunciado por Vladimir Putin a las 6.00 de este jueves 24 de febrero, hora de Moscú, una hora antes en Ucrania:
"Las circunstancias requieren acciones firmes e inmediatas de nuestra parte. Las Repúblicas Populares de Donbás pidieron ayuda a Rusia. En este sentido, de acuerdo con el artículo 51, parte 7 de la carta de Naciones Unidas, con el consentimiento del Consejo de la Federación Rusa y de acuerdo con el ratificado acuerdo de amistad y ayuda mutua del 22 de febrero de este año con la República Popular de Donetsk y la República Popular de Luhansk , decidí llevar a cabo una operación militar especial, cuyo protección de las personas que, durante ocho años, sufren abusos y genocidio por parte de los regímenes de Kiev. Instamos a que dejen las armas de inmediato y se vayan a casa. Lo explicaré: todos los militares del ejército ucraniano que cumplan con este requisito pueden abandonar libremente el área de las acciones militares y regresar con sus familias. Quienquiera que intente detenernos y crear más amenazas para nuestro país, para nuestro pueblo, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y los llevará a tales consecuencias que nunca han enfrentado en su historia. Estamos listos para cualquier resultado. Estoy seguro de que los soldados y oficiales leales de las Fuerzas Armadas de Rusia cumplen con su deber con profesionalidad y valentía".
Nada nuevo bajo el sol para alguien que hace unos meses afirmaba que "rusos y ucranianos somos el mismo pueblo"...
Contemplo apesadumbrado y con absoluto estupor las noticias constantes de una guerra televisada y comentada por redes cual partido de fútbol. Pero aquí son tanques los que se mueven, y no jugadores. Es curioso el signo de los tiempos, ya no nos informamos de las hostilidades por la caja tonta sino por nuestros móviles de última generación víctimas de las modas, atentos siempre a las fake news. Pero las tragedias siempre venden y es difícil contrastar informaciones, ya pasó con los atentados del 11 de septiembre de 2001.
¿Qué dicen China y USA? ¿Habrá respuesta militar? ¿Las heridas no cerradas de la Guerra Fría son peores que la propia Guerra Fría? De momento todo son incógnitas pero lo que está claro es que el mundo merece otra cosa. Los ucranianos merecen algo mejor.
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