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Speculum aeternum Romae

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 16 feb 2022
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 17 feb 2022


Atia (Polly Walker), madre del emperador Augusto en la serie Roma de HBO.

Al César lo que es del César, no tuve el mejor profesor de Historia de Roma en la universidad(eso sí, prestigioso era un rato), aunque sí un experto en numismática y epigrafía que hizo que aquellos denarios, talentos, frisos y estelas funerarias cobrasen vida.


Afortunadamente, el mundo es más grande que las cuatro paredes de la facultad, y en todo el tiempo que llevo abordando el inagotable y apasionante estudio de las sociedades pasadas, siempre aparece la eterna Roma. Ese pueblo de pastores humildes surgido hace veintisiete siglos en las colinas del Tíber que pasó a dominar el Mare Nostrum con el hierro de sus legiones y su legislación ordenada. Por el camino impregnaron buena parte de lo que Occidente es hoy a través de la llamada romanización, pese al cáncer del identitarismo y el infatilismo idealista.



Lengua, legislación (nuestras leyes proceden básicamente del derecho civil romano pasado por el filtro napoleónico), moralidad, literatura, arte, religión, ciencia (de la época), filosofía, arquitectura (el opus caementicium), política (dictaduras e instituciones), el legado es inagotable. Parece que las generaciones posteriores a la caída del Imperio romano (de Occidente) quisiesen mirarse en ese espejo buscando respuestas, soluciones, grandezas, miserias.


No arrojamos a nuestros políticos corruptos por la Roca Tarpeya (costumbre que deberíamos retomar), no somos amigos del derecho de conquista, no hacemos sacrificios a Venus o Júpiter ni traficamos con esclavos. Pero algo nos ha quedado de ellos...




Es como si todo lo virtuoso y deshonesto que posee el género humano hubiese alcanzado cotas insuperables durante aquellos siglos de dominación senatorial e imperial. César, Augusto y Alejandro Magno son los modelos en los que se miran los reyes germanos (bárbaros paganos posteriormente cristianizados) en la Edad Media ,emperadores y demás gobernantes de la Edad Moderna y Contemporánea. No olvidemos que Carlomagno, Carlos V, Napoleón o Mussolini quisieron, por diversas vías y salvando las evidentes diferencias, refundar el Imperio romano a fin de ser dignos herederos del mismo,emulando así sus instituciones y su iconografía. Hacer un remake vaya. El propio Imperio español intentó dejar en América lo mejor de Grecia y Roma. Pero los mimbres ya no eran los mismos. Aquello era otra cosa... Grandezas, miserias, corrupciones, logros, traiciones, guerras civiles, parloteo político...Al igual que los bárbaros del siglo V d.C.,.


Porque mirar al pasado de los romanos es siempre una buena forma de conocernos un poco mejor y entender nuestras raíces. El poder en la actualidad, no nos engañemos, se parece bastante a lo que conocieron aquellos plebeyos de vida sencilla y señores togados de fina oratoria y pragmatismo férreo. Es el eterno espejo de Roma, les invito a mirarse en él y a descubrir al ciudadano romano llevan dentro.

 
 
 

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