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Elecciones legislativas de Argentina de 2021: Javier Milei y los leones

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 15 sept 2021
  • 3 Min. de lectura



"Supongamos que nosotros vivimos en una comunidad y tenemos enfrente un lago y otra comunidad. Descubrimos que para realizar intercambios comerciales y vivir mejor es necesario hacer un puente. Tras organizarnos y administrarnos lo levantamos. Resolvimos el problema. Cuando dicha obra la crea el sector público, después inventa el Ministerio de Puentes y como más tarde no hay sitios para hacer puentes, inventa lagos para hacer puentes, creando el Ministerio de Lagos. Es así, ésta es la lógica del Estado. El Estado no es la solución, es la base de todos los problemas que tenemos. La única política buena que podría hacer un gobierno es ir contra el Estado, achicar el Estado".


"Yo no vine acá para guiar corderos, vine a despertar leones".


Con éstas, y otras muchas declaraciones eufóricas y sesudas, ha presentado Javier Milei su candidatura para nuevo presidente de Argentina, sucediendo así al actual mandatario Alberto Fernández (al mando de la nación desde diciembre de 2019). El candidato del partido Avanza Libertad ha conseguido en las primarias parlamentarias casi el 14% de los votos en la capital, Buenos Aires.


El economista y liberal lo tiene bien claro, si algo podemos decir del mismo es que es tan transparente como el agua, un tipo de moral rígida que no no se vende. Catalogado como populista y ultraderechista por algunos medios de comunicación, Milei representa la opción del liberalismo puro y duro. Es decir, menos impuestos (catalogados como robos por él mismo), menos presión fiscal, menos regulación, menos Estado, menos casta política (sociópatas a su juicio) y eliminar instituciones como el Banco Central. Así, su programa está dispuesto a dinamitar por los aires los pilares del kirchnerismo (keynesianismo y justicia social), el cual ha salido derrotado a un nivel sin precedentes este domingo. Culpa a la gestión política del deterioro económico y social, alertando de que Argentina se asemeja a un volcán a punto de entrar en erupción.


¿Cuáles son sus recetas para mejorar la calidad de vida de los argentinos y volver a hacer del país una potencia grande (recordemos que Argentina en 1913 era el décimo país más rico del mundo en renta per capita y ahora ocupa el puesto número 75)? Volver a caminar por la senda liberal que tan buenos resultados reportó al país en épocas pasadas. Defender con uñas y dientes la libertad, la vida, la propiedad privada, los mercados libres, el ahorro y el esfuerzo. Capitalismo de libre mercado contra un Estado que no ha hecho más que engordar sus prestaciones y crear necesidades donde no las hay.


Aquí está para mí la clave del éxito de Milei (muy votado por los jóvenes y seguido en las redes sociales), Trump, Bolsonaro o incluso, salvando innumerables distancias, la propia Isabel Díaz Ayuso aquí en mi país, España. Frente a la izquierda más posmoderna, "progre" e intelectualoide más preocupada por el lenguaje inclusivo, el alarmismo ecológico o la teoría queer, estas figuras han convertido el liberalismo en la rebelión políticamente incorrecta como solución para los problemas reales de la gente de a pie, aquellos que sufren por la crisis pandémica, la inflación y los despilfarros burocráticos. Aquellos a los que les cuesta llegar a final de mes, aquellos a los que les afecta la escasez y la subida de la luz, aquellos que no están para congresos celebrados en torres de marfil donde debaten sobre el sexo de los ángeles.



Protesta contra el hambre ocurrida el pasado mes de junio en la ciudad de Buenos Aires.

Políticamente incorrectos, con un lenguaje vehemente y catalogados como fachas, populistas o ultraderechistas por algunos medios de comunicación, estos individuos se visten de antisistema para ganar votantes, los cuales perciben que los que supuestamente deberían velar por sus intereses no lo hacen (recuerdo a aquel joven obrero que votó a Esperanza Aguirre porque le trajo el metro a su barrio). Sienten que se preocupan por ellos. Luego podemos discutir si esa preocupación es altruismo verdadero o puro interés electoral.


Y sí, resulta evidente que la formación de Javier Milei y sus lecturas están a años de luz de otras figuras nombradas, pero el patrón empleado es el mismo: saben capitalizar el descontente social y el hartazgo del común de los mortales respecto a la clase política. Curioso que Milei se refiera a los políticos como casta, emulando al ya olvidado y denostado Pablo Iglesias Turrión. Muchos argentinos parecen estar en contra de las recetas aplicadas y buscan a alguien que no esté en política para mantener lo que hay. Parece que este candidato no ha venido a la política argentina ha ser uno más el banquete. Por esta razón se define como outsider ajenos a los chanchullos políticos (recordemos que Trump llegó a presidente no como político sino como empresario). En noviembre llegan las elecciones generales, veremos si los leones de Milei dan otro puñetazo en la mesa y más argentinos abrazan las ideas de la libertad y ponen el Estado a régimen.













 
 
 

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