El historiador italiano Emilio Gentile afirma, conocido por sus profusos estudios sobre el fascismo italiano, que la historia no se repite. El creador de las Aventuras de Tom Sawyer afirmó que la historia nunca es la misma, pero rima.
En este artículo me gustaría reflexionar sobre la Guerra de la Independencia y la Guerra Civil española. Comparar dos conflictos separados por más de un siglo de diferencia puede parecer a simple vista un ejercicio poco útil, pues hablamos de varios años de guerra donde los frentes cambian constantemente. Aún así, considero que la historia comparada puede llegar a ser sumamente ilustrativa para comprender los procesos históricos y las dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales. Si uno lee "La historia empieza en Súmer", se dará cuenta de que, pese al vertiginoso desarrollo técnico y científico, nos parecemos bastante a aquellas sociedades que florecieron en las orillas del Tigris y el Éufrates hace más de 3000 años.
Entrando en materia, ambas contiendas tienen puntos en común: una ejército invade la Península (si bien es cierto que por motivos diferentes) por el norte y otro por el sur, las autoridades se encuentran alarmadas e ineficaces, el ejército permanece expectante(el propio Franco vaciló bastante antes de sumarse al Alzamiento), el pueblo toma las ciudadelas y cuarteles (unos se posicionan a favor del invasor y otros en contra), se producen a lo largo de todas las provincias situaciones de caos, revueltas populares , ejecuciones, venganzas personales, la defensa del orden (absolutista con remilgos ilustrados fallidos y republicano con tintes revolucionarios).Tanto en 1808 como en 1936 nadie sabe quién está al mando. Son tiempos de división, expectación y caos generalizado.
Pero la diferencia reside en la capacidad de reacción de los gobiernos al mando frente a la amenaza. Así, en julio del 36 el Estado se hunde, tal y como dice Azaña: "El Estado se derrumbó el 17 de julio, el ejército desapareció, las armas, o no las había o fueron a donde no deberían estar; la autoridad gubernativa era por todas partes trabada y combatida y desobedecida [...] el que más y el que menos engrasaba el coche para fugarse". Como decían de la República de Weimar, era una república sin republicanos.
Por el contrario, los liberales de Cádiz supieron manejar mejor la situación. Proliferaron juntas por toda la Península tras el ejemplo del 2 de mayo madrileño. Unieron fuerzas los absolutistas y reformadores (muchas partidas de guerrilleros estaban dirigidas por sacerdotes) y todos, pese a diferencias ideológicas, tenían claro que Napoleón y sus mariscales eran el enemigo principal. Es decir, todos tenían claro que había que luchar por Fernando VII y por la soberanía nacional. El Estado-nación español estaba naciendo y había que expulsar a los franceses, perpetradores de saqueos, violaciones y matanzas. Es una guerra al fin y al cabo.
Amplias capas de la población siguieron el proyecto de Cádiz y la Pepa y rechazaron al extranjero (aunque hay excepciones como en todo), pues tal y como dice José Bonaparte, el hermano títere del pequeño cabo: "No hay ni un solo español dispuesto a defender mi causa". Sumémosle a ello la ayuda inglesa en recursos y hombres capitaneada por el duque de Wellington (la República tuvo que recurrir a la URSS porque Francia y Reino Unido se negaron a entrar en guerra).
En 1808 había una idea de España por la que luchar. En 1936 el tímido y valiente proyecto republicano fue víctima de revolucionarios y reaccionarios a izquierda y derecha.Guerra y revolución iban de la mano en un caso y completamente opuestos en el otro. El comunismo, el fascismo, el anarquismo y el socialismo radical tenían su propio modelo de país, el cual distaba mucho del que pudieran tener hombres moderados como Azaña o Giral. Un Estado nació fuerte envalentonado frente al mejor ejército terrestre del momento, otro resistió a duras penas 3 años gracias al tesón de guerrillas. El reformismo republicano tiene algo que ver con ese liberalismo surgido en la guerra del francés, pero, y ahí están los pronunciamientos e inestabilidad política y social del XIX, nunca cuajó del todo en el país. A esa España se la tragaron los extremos, es la violencia política de los años 30. Yo, si me preguntan, prefiero una Restauración antes que una revolución...
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