Entre taxonomías y realidad (I): el Adán gótico
- Sergio Martínez López
- 20 feb 2022
- 2 Min. de lectura



Es un tópico recurrente en la historiografía, y en muchos manuales de Historia del Arte, decir que las formas artísticas concebidas en los siglos medievales (V-XV aproximadamente) presentan un rechazo al naturalismo y realismo, caracteres eminentemente presentes en la escultura clásica griega y romana. Es un arte que trataba de evitar que sus fieles cayeran en la idolatría y confundieran a su Dios con las divinidades paganas previas.
Ahora bien, debemos tener en cuenta que las categorías y taxonomías que asociamos a épocas, estilos y sociedades son eso mismo, etiquetas que ponemos con frecuencia los historiadores y que deberíamos matizar siempre. Palabras que pueden perder sentido a la hora de aproximarnos a las realidades plásticas del pasado. Existen infinitos ejemplos de ello, pero hoy abordaremos el Adán que encabeza esta reseña, cuyo descubrimiento debo al excelente profesor Alberto Garín.
Situado originalmente en el reverso de la fachada sur del transepto de Notre-Dame de París, la obra, probablemente esculpida por Pierre de Montreuil (1200-1266) a mediados del siglo XIII estaba acompañado por una Eva, hoy lamentablemente desparecida. Fue trasladado después de la Revolución, y entró en el museo de Cluny a finales del XIX.
Es una escultura de bulto redondo inspirada en los modelos de la Antigüedad. No está tan lejos de lo que haría el célebre Miguel Ángel (1475-1564) con su mítico Baco, sacado del mármol casi dos siglos y medio antes que el primer hombre creado por Dios según los cristianos.
Vayamos a los hechos, sí, estamos en el siglo XIII, queda más de un siglo largo para que los genios del Quattrocento esculpieran maravillas en bronce como el David de Donatello (1386-1466), pero ya hay artesanos que son capaces de imitar la realidad y alcanzar gran perfección técnica en cuanto a proporción, anatomía, simetría y movimiento. Es decir, los artistas góticos (término en origen peyorativo no lo olvidemos) no eran necesariamente menos duchos que los renacentistas o barrocos.
Esculturas como ésta nos enseñan que la realidad se impone, casi siempre, a cualquier juicio previo. No puedes encerrar la Historia en una etiqueta porque la acabas limitando.
Todo este razonamiento me recuerda a algo que dijo el maestro Escohotado (1941-2021):
"De repente, el cliché se convierte en lo contrario. ¿Hay pintura? Hay pintura, pero dentro de ella hay cien escuelas y dentro de cada escuela hay 100 pintores, cada uno de los cuales tiene épocas. Esto es la realidad, en eso se distingue la realidad del sueño, de la fantasía, de la mera imaginación. La realidad es infinitamente profunda en todas las direcciones, la fantasía no".
Capítulo II: Neoclasicismo origen francés, pero hay que recordar los orígenes de los españoles, Carlos III y excavaciones en Nápoles, recuperación del legado clásico. Mirar más allá
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