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Entre taxonomías y realidad (II): Monet y la abstracción

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 24 may 2022
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 26 may 2022


La obra «Meules», pintada por Claude Monet en 1890 - EFE.Vendido en Sotheby's por 110 millones de dólares.

En esta segunda entrega de la serie Entre taxonomías y realidad quisiera poner el foco en uno de los grandes artistas de los siglos XIX y XX: Claude Monet (1840-1926), padrino del movimiento impresionista y una de las figuras imprescindibles, junto a Cézanne y otros, a la hora de llevar la pintura hacia los caminos de la abstracción, siempre tan polémicos a la par que atrayentes.


Nuevamente, las categorías aplicadas por los historiadores, críticos y académicos chocan con la realidad artística, histórica y cultural. Si les hablo de Monet seguro que se les viene a la mente las siguientes palabras o expresiones: pintura al aire libre, espontaneidad, amor inquebrantable por el modelo natural y figura capital de la nueva "revolución" pictórica. Parecería que el tipo, emborrachado de paisajes (Fontainebleu, costa normanda o Giverny), fuese un nómada empedernido con los ojos más rojos que un pargo oor el sol e incapaz de sostener sus pies dentro del estudio. Lo cierto es que él mismo matiza esta apreciación.


Y lo hace mediante una carta escrita hacia 1905 en virtud de la cual responde a las críticas vertidas hacia su obra por la utilización del nuevo medio técnico surgido a mediados del siglo XIX: la fotografía.


"Que mis catedrales, mis Londres y otros lienzos estén pintados del natural o no lo estén es algo que a nadie importa y no tiene interés alguno. Conozco a muchos pintores que pintan del natural y hacen sólo cosas horribles".


Para más inri, de las ocho exposiciones impresionistas realizadas entre 1874 y 1886, Monet estuvo ausente en tres de ellas, lo cual nos dice que no siempre estuvo tan ligado al grupo de jóvenes artistas admiradores de Manet.Quizá todo lo que nos han dicho del artista no sea cierto, y merece una revisión profunda, como cualquier cuestión similar, de su verdadera intención artística. Tengamos en cuenta que en el siglo XIX se consolida la crítica artística ante la necesidad de explicar a un público no formado las obras expuestas. Ni fueron seguramente tan anticademicistas ni tan transgresores. Pero son la semilla de lo que vendría después. La dialéctica hegeliana aplicada al arte establece que cada movimiento nace del anterior, teniendo a la vez éste el germen de lo que vendrá posteriormente.Se engrandecen ciertos aspectos y se ensombrecen otros. Los impresionistas mantuvieron una vocación estética que les hace alejarse de los objetos, pero siguen haciendo arte figurativo. Cosa bien distinta es que el viejo Monet y Cezanne llevasen sus inquietudes hacia el arte abstracto. Si bien el impresionismo no fue una auténtica vanguardia, es un paso imprescindible para desarrollar las mismas y alejarse del arte figurativo heredero de la tradición clásica. Son quizá, junto a los simbolistas, quienes reclaman la subjetividad en el proceso de creación artística.No plasman el mundo, sino su visión del mundo.


Jules-Antoine-Castagnary diría al respecto hacia 1874 lo siguiente: "Son impresionistas en ek sentido de que plasman no el paisaje, sino la sensación producida por el paisaje. La palabra misma ha entrado en su lenguaje: no es Paisaje, sino Impresión, como se llama en el catálogo de la Salida del sol de Monet. En este sentido, se salen de la realidad y entran en pleno idealismo".


Hicieron algo distino, y eso merece reconomiento, por ello fueron despreciados en su tiempo...

José Jiménez, historiador y director del Instituto Cervantes, nos dice al respecto lo siguiente:


"Es casi imposible luchar contra los tópicos, los lugares comunes,contra lo que Gustave Flaubert llamó ideas recibidas. Y mucho más en lo que se refiere a grandes nombres de nuestra tradición artística. En el caso de Claude Monet (1840-1927), el tópico lo sitúa como un artista espontáneo, maestro de la pintura al aire libre y uno de los protagonistas centrales del Impresionismo. Pero todos esos datos, que fijaron la figura de Monet para sus contemporáneos, resultan bastante insuficientes para restituir la intensa pasión y densidad de una obra cuyo catálogo razonado en 1996 contabilizaba 2.050 piezas.


Conviene advertir que seguimos pensando en Monet como en un pintor del siglo XIX, pero su larga vida y su continua dedicación a la pintura hasta sus últimos años hicieron que en su etapa final sus obras convivieran con los desarrollos rupturistas de las vanguardias artísticas del XX, en las que por otra parte, como veremos, había dejado impreso su sello.Tampoco creo que sea adecuado reconocerle, sin más, como impresionista: cada vez se hace más evidente que agrupar a escritores,músicos o artistas plásticos en casillas clasificatorias o rótulos genéricos es un procedimiento teóricamente obsoleto, que acaba forzando o desfigurando lo que cada uno tiene de específico. El auténtico creador articula en su trayectoria todo un mundo propio, una galaxia completa de significados y referentes".

 
 
 

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