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Homenaje a Los Soprano

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 15 feb 2022
  • 2 Min. de lectura

"Big Pussy" (Vincent Pastore), Tony Soprano (James Gandolfini), Christopher Moltisanti (Michael Imperioli), Paulie Gualtieri (Tony Sirico), Steven Van Zandt (Silvio Dante), Furio Giunta (Federico Castelluccio) y "Hesh" Rabkin (Jerry Adler).

No solo de películas nos alimentamos los espectadores en esta sociedad líquida. Hace unos días acabé la última temporada Los Soprano (1999-2007), esa popular serie norteamericana que ha entrado con derecho propio en el Olimpo de la televisión (y del cine vamos a decirlo claro) contemporánea. Ciertos productos audiovisuales suelen rodearse del fenómeno de la mitificación, y el que homenajearé en estas líneas sucesivas no es una excepción. Muchísima gente me recomendó esta ficción producida por la magnífica y siempre genial HBO, y he de reconocer que tras ver los 86 episodios repartidos en sus seis temporadas la fama es bien merecida. Se queda corta diría.


Trataré de resumir en este humilde, sincero y algo extenso homenaje algunas virtudes en el retoño creado y producido por David Chase...


Personajes, comedia, los viajes a Italia y Francia, el perdón, psicoanálisis, existencialismo, violencia, lenguaje de planos, uso de la música, diálogos, drama, familias desestructuradas, un mafioso en el diván, el tema de la depresión, la familia y los lazos, la corrupción de la sangre, el apellido, las referencias a la cultura popular (canciones y películas), el mítico Bada Bing, machismo y feminismo.


Esta serie forma parte de ti una vez la terminas porque, aunque no tengas nada que ver con la mafia (Dios nos libre), seguro que has vivido de cerca o indirectamente las emociones que experimentan los personajes a lo largo de la serie...Trasciende, no quieres que Tony muera (y seamos claros, lo merece). Es un jodido psicópata, manipulador, adúltero, maltratador y asesino, pero, en el fondo, sabemos (y así nos lo ha demostrado la serie) que es un buen padre que desea lo mejor para sus hijos. Pero ahí está, nuevamente, la humanización del villano. Porque Tony Soparno, lejos de ser una caricatura, es un personaje con matices, lleno de claroscuros, de esos que invitan a debates plagados de política, filosofía y moralidad.


No es una caricatura, ese cascarrabias te lo encuentras a dos manzanas de tu casa, y lo sabes...



 
 
 

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