Abril de 1945. El Ejército Rojo está a punto de asestarle la puntilla al III Reich y ondear la bandera comunista de la hoz y el martillo en el Reichstag. Pero la última ofensiva no será nada sencilla, pues los alemanes defenderán con uñas y dientes su principal bastión: Berlín. Los milicianos del Volkssturm ("ejército del pueblo" compuesto por varones entre los 16 y los 60 años de edad) fueron entrenados a salto de mata, pero estaban armados con lanzagranadas antitanques Panzerfaust, el cual fue un auténtico terror para los Aliados. A modo de curiosidad este modelo fue el "padre" de los futuros RPG que usaron los yankees y soviéticos en la Guerra Fría. Basta mirar algunas imágenes en Internet para corroborarlo.
La defensa desesperada, brutal y suicida de la Cancillería del Führer contó con un cuerpo militar que los aficionados a la II Guerra Mundial conocerán perfectamente: la 33ª División SS de Granaderos Francesa Carlomagno («Charlemagne»). Al igual que sucedió con aquellos españoles que cruzaron los Pirineos con destino al frente oriental, la División Azul, esta unidad estaba integrada por decenas de miles de voluntarios franceses enviados por la Francia de Vichy al frente del Mariscal Philippe Pétain. Si bien las motivaciones de aquellos hombres fueron diversas, podríamos decir que se alistaron principalmente para combatir el comunismo, el bolchevismo asiático y el materialismo americano. Al fin y al cabo eran hijos de los conflictivos y radicales años 30. Momentos en los que las izquierdas y derechas no estaba pensando en contar nubes o en la disforia de género. Se movieron por las calles y plazas berlinesas con gran capacidad logística y estratégica, destruyendo varios tanques rusos, y ralentizando el cerco a la capital.
El reconocido historiador británico Antony Beevor nos aclara algunas cuestiones sobre la batalla de Berlín:
"No, esos soldados de las SS pertenecían a la División Carlomagno y eran todos franceses, no había ningún español. Entrevisté a su comandante, Henri Fenet. Eran la escolta del general Krukenberg, y se destacaron en la batalla de Berlín como cazatanques; el récord lo consiguió el unterscharführer [sargento] Eugène Vanlot, un fontanero de 20 años que destruyó ocho carros rusos.
[...]
¿Fue cruel la lucha en Berlín? "¿Cruel dice? Oh, sí. El Ejército Rojo no podía avanzar directamente entre las ruinas, como le he dicho. Los alemanes estaban armados con panzerfaust, los bazukas que son tan característicos de esta batalla y que eran tan efectivos -se los apodaba 'Stuka a pie'-. Las tácticas se volvieron muy salvajes y derivaron en luchas cuerpo a cuerpo como mortales partidos de rugby. Fueron en buena medida las mismas tácticas finales que las de Stalingrado. Pequeños grupos rusos con lanzallamas, metralletas y granadas iban casa por casa, habitación por habitación, y entraban en los sótanos disparando antes, lo que provocaba la muerte de muchos civiles. Los rusos incluso empleaban panzerfaust capturados para atravesar las paredes. No tenemos cifras exactas de civiles muertos, pero más de 100.000 cayeron en la batalla de Berlín".
Desde que Napoleón Bonaparte tomase Jena en octubre de 1806 (Hegel lo recibió con infinitos halagos y describió aquello como el primer fin de la historia) hasta que cayó el Reich de los 1000 años pasó más de siglo y medio. Un largo período de tiempo en que franceses y alemanes se batieron a sangre y fuego, regando con su sangre Europa Occidental. Dichas contiendas generaron toda una iconografía y formas de entender la política antagónicos. Mucho antes de Hitler ya estaba extendida la idea de que Alemania era el último refugio de los valores occidentales, la reserva espiritual de una Europa unificada frente a la degenerada y decadente Ilustración gala. El racionalismo francés frente al romanticismo alemán pronto saltaría al campo de batalla en forma de balas, fango y destrucción. Los alemanes en cierto sentido fueron víctimas del idealismo explotado por sus intelectuales. Se creyeron el cuento de la pureza racial y la superioridad moral...
Un personaje interesante dentro del fascismo francés sería Jacques Doriot (1898-1945). Dirigente del Partido Comunista Francés y alcalde de Sant-Dénis, un suburbio industrial radicalizado, comenzó a plantear el frente único contra el fascismo en 1934, antes de que lo hiciera Moscú. Como el PC no discutía sus propuestas, las hizo públicas. Renunció a su cargo de alcalde pero fue electo. Expulsado del PC en junio, cuando rehusó a ir a "discutir" a Moscú, conservó el apoyo de la numerosa organización del PC en Saint-Dénis. Durante un tiempo coqueteó con los elementos centristas ligados a la IAG, luego se volvió a la derecha y en 1935 formó un partido fascista.
Carlos Caballero Jurado, historiador experto en los orígenes franceses del fascismo nos expone el planteamiento siguiente sobre la participación de Francia en la II GM:
"Aquí se produce uno de los momentos más fascinantes de la historia contemporánea francesa porque el gobierno sigue siendo un gobierno de Frente Popular, pero los comunistas, como siempre obedientes a las órdenes de Moscú puesto que en este momento la Alemania nazi y la URSS son aliados, entonces deciden que van a sabotear el esfuerzo de guerra francés. Es una cosa casi inconcebible que el secretario general del partido comunista francés, el señor Maurice Thorez, que había sido reclutado, deserta, huye a Moscú y desde allí realiza propaganda contra la guerra. Por otro lado, todas las fuerzas políticas que han combatido al Frente Popular apoyan absolutamente al gobierno en la guerra contra Alemania e Italia, países con los que se supone tienen afinidad ideológica. Te encuentras a Joseph Darnand, gran líder de la milicia, condecorado con su lucha en el año 4o contra los alemanes. Efectivamente, lo que podríamos llamar el fascismo francés o el fascismo y la extrema derecha francesa apoyan a muerte a un gobierno del Frente Popular contra países que encarnan el fascismo porque ponen por delante de todo el patriotismo. Curiosamente el gobierno del Frente popular tienen que poner fuera de la ley al Partido Comunista francés"
Podría parecer sorprendente que el principal enemigo de Alemania nutriese parte de su ejército, pero la explicación reside en un capítulo oscuro de la contienda mundial: el colaboracionismo con el régimen nazi. La invasión alemana de Europa generó rápidamente una resistencia fuerte en forma de partisanos antifascistas (que se lo digan al París de Picasso o Camus, a los maquis republicanos o a los de la Nueve), pero en todas aquellas naciones (Holanda, Suiza, Polonia, Bélgica, Francia, República Checa o Noruega) hubo gentes que por miedo, lealtad o indiferencia cooperaron directa o indirectamente con la Gestapo y compañía. No los juzgo, trato de constatar los hechos y comprenderlos.
Imagino que la propia supervivencia lleva al ser humano a límites insospechados. Pensemos en el Holocausto: una operación de exterminio masiva y de deportación de millones de personas hubiese sido imposible sin la participación de ciertos colectivos. Las SS fueron una de las organizaciones más terribles y amorales de la historia, pero al fin y al cabo eran los jefes del cotarro y precisaban de la ayuda de ciertos colectivos. ¿Quién ejecutaba las órdenes? Dicho razonamiento implicaría ir más allá de los tópicos, bucear en los fondos de la historia incómodos pero siempre reveladores. El historiador perezoso generaliza, el historiador eficiente matiza.
Les dejo dos enlaces:
En el primero podemos ver la primera reunión de la Legión de Voluntarios Franceses Contra el Bolchevismo (LVF) celebrada en julio de 1941 (a los ponentes les falta el bigotito). Concretamente la unidad fue creada el creada el 8 de julio de 1941, 15 días después del inicio de la Operación Barbarroja. Finalmente sería disuelta en la División Carlomagno hacia 1944.
En el segundo podemos apreciar cómo dicho cuerpo militar pisaba suelo polaco. Los reclutas fueron enviados a un campo de entrenamiento en Debica (Polonia ocupada por los nazis).
Para otra entrada quedará el reciclaje que hizo Estados Unidos de varios ex-nazis...
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