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Plata u opio: narcotraficantes ingleses en la China imperial

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 30 jun 2022
  • 3 Min. de lectura

Guerras del


La situación cambia después de modo notable, debido en parte a progresos de la química, y en parte a las repercusiones que tiene en Occidente el conflicto anglochino conocido como guerras del opio. En efecto, laboriosos trabajos de análisis y síntesis irán descubriendo los principios activos de las plantas, que ofrecen sustancias mucho más activas, cómodas de almacenar y fáciles de dosificar, en una secuencia que empieza con morfina y codeína (dos de los alcaloides del opio) y sigue con una larga lista (cafeina, teina, escopolamina, atropina, cocaina, mescalina, heroína, etc.). Cada vez más consolidada socialmente, la corporación terapéutica –formada por médicos, farmacéuticos y laboratorios- prefiere los principios activos a las formas vegetales, dentro de su batalla por lograr el monopolio en la producción y distribución de drogas, frente a los tradicionales herboristas, curanderos, cosmetólogos y drogueros, que andando el tiempo se presentarán como “matasanos”. Por su parte, las guerras del opio son un fenómeno complejo, que no se explica pensando en una China donde el opio fuese desconocido, y movida a importarlo por las potencias occidentales. Los chinos conocían las triacas grecorromanas desde el siglo X por lo menos, y usaban cocimientos de adormidera y opio propiamente dicho desde tiempo inmemorial Pero los emperadores manchúes –que acababan de imponerse mediante invasión, ocasionando las guerras civiles más sangrientas de la historia universal- decidieron prohibir el pago de transacciones comerciales con opio (al comienzo mediterráneo -mucho más rico en morfina-, y luego producido por los ingleses en grandes plantaciones situadas al sur de la India) para preservar el superávit de su balanza de pagos, exigiendo siempre metales preciosos a cambio. De ahí que empezaran prohibiendo la importación, y sólo bastante más tarde el cultivo en China, cuando la persecución de usuarios había producido ya un enorme mercado negro, y una generalizada corrupción. Es interesante subrayar el divergente resultado que suscita un régimen de prohibición si se compara con el de indiferencia legislativa. Los usuarios chinos cotidianos de opio (unos tres millones, aproximadamente el 0,5% de la población) eran en una alta proporción personas desnutridas y laboralmente nulas. Durante el mismo periodo, en cambio, los usuarios indios cotidianos de opio (otros tantos, pero un porcentaje mucho más elevado de la población) no presentaban síntomas de degeneración física ni incapacidad laboral, hasta el extremo de que el ingente informe conocido como Royal Commission on Opium (1884-1896) concluye diciendo: “El opio en la India se parece más a los licores occidentales que a una sustancia aborrecible”. Suele olvidarse, al hablar de las guerras del opio, que su consumo occidental era por entonces no ya superior sino muy superior al del lejano Oriente, pues -si bien empezaba a verse relegado por el uso de morfina y codeina- seguía siendo el tercer artículo más vendido por las farmacias. Con todo, en Europa y América sigue sin haber “opiómanos”, y en sus célebres Confesiones (1822-1845) Thomas De Quincey niega una y otra vez que esta droga cree “hábito imperioso”. Los primeros casos de adicción a drogas distintas del alcohol, el café o el tabaco aparecen a propósito de la morfina, utilizada masivamente en la guerra civil americana y la francoprusiana, bautizándose allí como “mal militar” y “dependencia artificial”. La monografía médica pionera sobre este fenómeno, obra de Louis Lewin (que entonces firmaba como Louis Lewinstein), se publica en 1879 –cuando la morfina lleva más de medio siglo vendiéndose libremente-, y es llamativo comprobar que la revista donde aparece –el Journal der Allgemeine Medizin- publicará poco después un comentario de otro médico, que pone en duda el carácter científico de la expresión “morfinismo” pues “expresa una debilidad del carácter, y no algo causado por una sustancia química”.

 
 
 

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