¿Qué Cid?
- Sergio Martínez López
- 28 may 2022
- 3 Min. de lectura

"En el Cerro de los Ángeles
que los ángeles guardaban,
¡han fusilado a Jesús!
¡Y las piedras se desangran!
¡Pero no te asustes, Madre!
¡Toda Castilla está en armas!
Madrid se ve ya muy cerca.
¿No oyes? Franco, Arriba España.
La hidra roja se muere
de bayonetas cercada.
Tiene las carnes abiertas
y las fauces desgarradas.
Y el Cid, lucero de hierro,
por el cielo cabalga...
Allá lejos, en el pueblo,
bajo la iglesia dorada,
junto al fuego campesino
miles de madres rezaban
por los hijos que se fueron
vestida de azul el alma.
¡No llores, madre, no llores,
que la guerra está ganada!
Y antes que crezcan los trigos
volveré por la cañada,
y habrá fiestas en el pueblo
y voltearán las campanas
y habrá alegría en las mozas,
y alegría en las guitarras
y desfiles por las calles
y tambores y dulzainas
y banderas de Falange
sobre la iglesia dorada.
¡Madrid se ve ya muy cerca!
Toda castilla está en armas y
El Cid, con camisa azul,
por el cielo cabalgaba..."
¿De qué Cid me hablas? ¿Del falangista? ¿Del republicano? ¿Del liberal de Riego? ¿Del glorificado por los Austrias? ¿Del aupado por los Reyes Católicos? No es una pregunta baladí...
El poeta Federico de Urrutia (1907-1988) compuso Poemas de la Falange eterna" hacia 1938. Los versos que encabezan esta entrada denotan a la vez virtudes formales y anacronismos históricos por doquier. Nos habla de la historia de las mentalidades, pues muestra cómo un determinado régimen político, en este caso el franquista (sus líos con la Falange originario quedan para otra entrada, ensalza, en plena Guerra Civil, una figura histórica hasta convertirlo en un símbolo, una seña de identidad imprescindible para un nuevo Estado naciente acorde a la moral nacional-católica azote de herejes, rojos y ateos...
Mostró sus simpatías por el III Reich y su ideal racial en su obra "Poemas de la Alemania eterna", siendo recompensado por el Estado en forma del cargo de Jefe de Prensa de la Falange Exterior. Creía, como José Antonio Primo de Rivera, que España era una unidad de destino en lo universal, que la patria ha existido desde tiempos inmemoriales pese a los ataques de sus enemigos diversos. Son los años 30 y tanto el fascismo como el nazismo miraban al pasado bajo sus pupilas románticas, en busca de viejas glorias imperiales. Unos rememoraban a César y otros a Federico II el Grande.
Si lo pensamos detenidamente, El Cid encajaba muy bien con esa propaganda franquista que presentaba la lucha contra el rojo como otra cruzada más, esta vez para salvar al país no del Corán sino del bolchevismo internacional y su maliciosos marxismo. Las tonterías de López-Obrador no son nuevas, pues el revisionismo histórico se ha hecho y, desgraciadamente, se hará siempre.
Así se manipula la historia, ofreciendo a la sociedad una imagen distorsionada y anacrónica donde los colonos cristianos que sobrevivían hace mil años en ese mundo de frontera, tan lleno de tópicos por cierto, repoblaban y reconquistaban sin saber qué era aquello de la Reconquista. Cada Estado necesita sus símbolos y mitos, y esta claro que, para los gobernantes de turno, el Cid fue nuestro Hércules, Aquiles o Ulises. No hay mejor lazo de unión que un relato que aliente los ánimos. Quizá cuando hablamos de Reconquista habría que especificar bajo qué matices, diferenciando un proceso histórico de una ideología sostenida por parte de ciertos grupos políticos tanto en la Edad Media como posteriormente.
Deberíamos seguir los consejos de Pérez-Reverte a propósito de su novela "Sidi", su particular interpretación del héroe cidiano: "Yo pretendía que el lector viese el siglo XI con ojos del siglo XI, no del siglo XXI. Que se sintiera dentro: en la cabalgada, que fuera a caballo, que pasara hambre,frío, que sudara con la cota de malla bajo el sol, que oliera el olor al estiércol de caballo y al aceite de las armas, que durmiera al raso y viera las estrellas. Eso era importante porque tenemos una visión muy diferente. La edad, la comodidad, el tiempo en que vivimos, nos ha alejado mucho de aquellos tiempos tan elementales y brutales".
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