Rubén Ruíz Ibárruri: un español en la Batalla de Stalingrado
- Sergio Martínez López
- 13 oct 2022
- 3 Min. de lectura

200 días de largos enfrentamientos en aquella ratonera partida por el río Volga: Stalingrado. Las bajas totales rondan las 2 millones entre soldados de ambos bandos y civiles. En aquella carnicería y a la vez pulmón industrial soviético combatió con honores un joven exiliado republicano. Su nombre era Rubén Ruiz Ibárruri, teniente del Ejército Rojo, héroe de la Unión Soviética muerto en la batalla de Stalingrado con 22 años, único hijo varón de Pasionaria. Su tumba está en la antigua Stalingrado, a escasos metros del río Volga que los nazis no llegaron a alcanzar.
La hora de enfrentarse a los soldados alemanes le llegaría muy pronto: el 7 de julio de 1941, mientras dirigía una compañía de ametralladoras en Borisov (Bielorrusia), sostuvo durante 6 horas un puente sobre el río Berézina y cuando falló la última ametralladora se lanzó al cuerpo a cuerpo contra el enemigo con los hombres que quedaban en pie, siendo herido de gravedad en el brazo (4). Al día siguiente escribió a su madre desde el hospital de Orel:
«Espero que hayas recibido mi primera carta. Ahora te escribo desde el hospital de Orel. Fui herido por un fragmento de un proyectil en mi mano, no tengas miedo, no me estoy muriendo y mis dedos ya están funcionando. Me siento bien. Lo más ofensivo es que tuve que salir del frente y mi principal deseo es estrangular a estos reptiles lo antes posible. Es un gran orgullo para mí poder luchar en las filas del gran e invencible Ejército Soviético. Estoy profundamente convencido de que los nazis se romperán los dientes aquí, porque (ya les escribí sobre esto antes) cada persona soviética es bolchevique de corazón. Sé, madre, que allí trabajas muy duro, porque nuestra tarea es la destrucción del fascismo en el frente, y la tuya es levantar a los pueblos del mundo entero en la defensa de la URSS. Saluda de mi parte a todos los compañeros que trabajan contigo. Los beso a todos. Rubén»

Su terquedad podía con todo y no cejó nunca en su empeño de volver al combate. “Yo quiero regresar al frente, ya estoy bien”, repetía insistentemente ante su madre y hermana, que le vieron con vida por última vez cuando se presentó en su hotel saltando de alegría con la autorización en la mano. Definitivamente, era un idealista.
Durante los días 22, 23 y 24 de agosto de 1942, la compañía de Rubén se batió con fiereza, hasta que éste resultó muy gravemente herido. Evacuado a la otra orilla del Volga, moriría durante la noche del 3 al 4 de septiembre a la edad de 22 años.
Pérez Reverte, excelente novelista pero propenso a la autoflagelación en cuanto a nuestra hisotria, nos recuerda, cómo los españoles siguieron con la Guerra Civil en territorio ruso:
"Y en Rusia se dio, también, una de esas amargas paradojas propias de nuestra historia y nuestra permanente guerra civil; porque en el frente de Leningrado volvieron a luchar españoles contra españoles.De una parte estaban los encuadrados en las guerrillas y el ejército soviético; y de la otra, los combatientes de la División Azul: la unidad de voluntarios españoles que Franco había enviado a Rusia como parte de sus compromisos con la Alemania de Hitler".

Si hubiera visto cómo el comandante del Sexto Ejército Paulus se rendía y los alemanes volvían con el rabo entre las piernas (o morían en campos de prisioneros) seguro que hubiese sonreído y brindado con vodka (ruso por supuesto) este enfervorecido y bravo bolchevique español.
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