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F0togramas en tu retina (II): "Amor tóxico" (2015), de Norberto Ramos del Val

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 12 sept 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 31 ene 2022


Ann M.Perelló y Eduardo Ferrés comparten saliva...

Desierto cinematográfico insufrible a la par que aleccionador sobre ese misterio que nos trae, ha traído y traerá alegrías y tristezas: el amor.


Lo confieso, esta cinta del director cántabro se me hizo muy cuesta arriba (casi como subir el Col du Tourmalet). Por demasiados momentos, parecía estar atrapado en esos diálogos nimios, escatológicos y vacíos emitidos por estos dos tipejos,narcisistas caraduras, pícaros e inestables llamados Toni (Eduardo Ferrés) e Irene (Ana M.Perelló). Sería muy fácil destrozar esta película y no dejar títere con cabeza, pero seré en este caso benévolo y honesto.


Pese a no contar con el guión y la brillantez formal y estética de Ciudadano Kane o Eva al desnudo, la cinta cuenta con algunas perlas que merecen nuestra atención porque nos apuntan a nosotros, a los espectadores que estamos consumiendo los prolegómenos de esta relación abocada al más absoluto desastre. San Quintín se queda corto con lo que les espera a estos dos.


Una de esos aciertos comentados reside en un diálogo que bien resume la tesis de la cinta, la toxicidad en las relaciones humanas (en este caso de pareja): "Irene, no sé cómo te lo tengo que decir ya, no me importa que me jodas la vida". Para mí fue como ver un oasis en medio de aquel Sáhara. ¿Cómo una persona puede llegar a pronunciar semejantes palabras? ¿Qué tipo de seducción poseen ciertos prójimos y prójimas para que caigamos en semejantes redes tan bien tejidas? ¿Es que no ve que no le conviene?. Exactamente, como bien dice ella, ambos saben que no son compatibles, pero sienten una poderosa atracción que les empuja a buscarse mutuamente, a conocer la locura del otro y a, en consecuencia, "enamorarse" de la misma. No son personajes ni mucho menos admirables o políticamente correctos sino todo lo contrario, todos hemos conocida a algún Toni o Irene. Voy más lejos aún, todos tenemos rasgos, en mayor o menor medida, de ambos personajes, por mucho que me generen un rechazo su personalidad y actitud ante la vida.


Y la propia vida nos da razones de sobra para huir de ellos y de ellas pero no lo queremos ver, pues los besos y la magia de la química en forma de oxitocina conducen al pero de los amores posibles, es decir, a aquel que nos ciega, nos fascina y nos sumerge en la más oscura de las cavernas platónicas. Una gruta de la que, tarde o temprano, tendremos que salir. De este modo, aplaudo la valentía por pervertir la comedia romántica y sus tópicas y en cierto modo, amo y odio, la manera de plantear este encuentro amoroso porque me incomoda reconocerme en ciertas partes del mismo. No todas las historias amorosas son Antes del amanecer , no siempre encontraremos un Jesse o una Celine, nos toparemos más de una vez (por experiencia propia lo sabe un servidor) con algún Toni e Irene, y convendría estar preparados par huir de los mismos cual atleta keniata.


En definitiva, no estamos ante una cinta memorable, pero sí quizá ante una de las que merecen la pena echarle un vistazo, aunque solo sea por revisar de manera crítica nuestra visión de esa locura irracional llamada amor. Me despido con una cita del célebre escritor Jack London: "Siempre es más fácil descansar en otro que depender de uno mismo".

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