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Fotogramas en tu retina (III): "The Warriors" (1979), de Walter Hill

  • Foto del escritor: Sergio Martínez López
    Sergio Martínez López
  • 16 sept 2021
  • 4 Min. de lectura

Actualizado: 18 sept 2021


Nuestros protagonistas llegan finalmente a su hogar, la playa de Coney Island en el distrito de Brooklyn (Nueva York)


Vamos con una de esas películas míticas que resiste incólume el paso del tiempo, que mejora como el buen vino con los años y que particularmente no me canso de ver: The Warriors, de Walter Hill, estrenada en el año 1979. Me resulta difícil ser objetivo con esta cinta porque llegué a ella a través del videojuego homónimo (concretamente en su edición de PlayStation 2, con el cual pasó extraordinarios momentos de diversión junto a un viejo amigo. Los segundos, los minutos y las horas se esfumaban entre peleas callejeras, robos de radios y competiciones de grafiti. Así, la atmósfera de aquel producto nos fascinó, más aún si tenemos en cuenta que a una edad temprana la violencia, aunque sea por el medio audiovisual, te impacta sobremanera.


Anécdotas nostálgicas aparte, mi relación con esta película ha variado a lo largo del tiempo. Si tradicionalmente me fijaba únicamente en sus luchas coreografiadas (nada que ver con las cámaras que se mueven a velocidad de vértigo en algunas películas donde la acción se ve claramente perjudicada) y en la estética de los personajes (el rostro pintado de las Furias del Biesbol), hoy en día, tras años y lecturas a mis espaldas, veo otras virtudes y logros en esta aparente y sencilla historia de bandas callejeras narrada con maestría por el director californiano, el cual por cierto fue un guionista, no acreditado, de Alien: el octavo pasajero...


Digo aparente porque el argumento no tiene a priori nada de enrevesado o complejo: Swan (Michael Beck), Ajax (James Remar),Cleon (Dorsey Wright), Snow (Brian Tyler), Cochise (David Harris), Cowboy (Tom McKiterrick), Vermin (Terry Michos) y Rembrandt (tristemente fallecido Marcelino Sanchez) forman los Warriors, una banda cuya base de operaciones es Coney Island, en el extremo sur de Brooklyn. Tras la llamada del jefe de los Riffs, llamado Cyrus, tomarán una noche el metro en dirección al Bronx para escuchar las soflamas del brillante orador. Vitoreado por las masas, este individuo es tiroteado por un psicópata que lidera la banda de los Rogues. A partir de ahí, la policía irrumpe y los Warriors, ante la acusación de que han asesinado a Cyrus, deberán huir contra viento y marea, siendo el objetivo número uno de la policía y del resto de bandas rivales.


Es decir, estamos ante la típica historia de un grupo que trata de sobrevivir ante las circunstancias y las fuerzas más adversas donde la lealtad, el compañerismo, el coraje y la valentía son los valores que te premian mientras que el egoísmo, la ambición o la lujuria constituyen tu sentencia de muerte o arresto (véase el caso de Ajax por ejemplo). En definitiva, solo se sobrevive si se está unido, aquí no valen las individualidades...


Suena algo manido eso de "Todo lo inventaron los griegos", pero es que nuestros protagonistas deben realizar el mismo viaje épico de regreso a casa que realizaron anteriormente otras figuras mitológicas o históricas vinculadas a dicha cultura. Baste con poner de ejemplo el Ulises de la Odisea o la batalla de Cunaxa ocurrida hace más de dos milenios en la que diez mil mercenarios griegos quedaron abandonados en medio del Imperio persa tras la muerte de su líder Ciro el Joven (curiosamente Cleon desaparece al poco de empezar). La cinta se convierte así en una persecución tan trepidante como asfixiante no apta para cardíacos donde como espectadores no sabemos qué peligro será el siguiente y cómo sortearan nuestros protagonistas los diferentes obstáculos presentados. Así, los ataques de los Toros Locos, las Furias del Beisbol, las Ansiosas o los Huérfanos van sucediéndose uno tras otro. Todos ellos se distinguen porque cuentan con una estética (la vestimenta se convierte en un uniforme de combate), una música particular y una jerga que enriquecen la atmósfera urbana y nocturna que todo lo envuelve y transforma.


Escenas y situaciones para el recuerdo hay muchas: la carrera extenuante de las Furias del Beisbol, el perfil chulesco de Ajax, el cuchillo en el duelo final, la presentación de la banda en la que vemos el mapa con las diferentes paradas de metro, la celebérrima noria Wonder Wheel o el cruce sin diálogos entre las dos parejas hacia la parte final donde vemos una distinción de clase evidente narrada únicamente con imágenes (el gesto de Swan impidiendo que la Huerfanita se arregle el pelo funciona como reclamo de un orgullo de clase).


Como última reflexión, el final poético donde se consuma el regreso a la ansiada playa (mientras suena el fantástico In the City de Joe Walsh) me produce sensaciones encontradas. Por un lado, huele a generación perdida (la de los quinquis de Navajeros), a huida hacia delante, a sueños prontamente truncados y a melancolía. Por otro lado, es reconfortante ver a estos chicos en su hogar, el cual quizá no es el mejor para prosperar en la vida, pero es el que les ha tocado y están orgullosos del mismo. Son felices allí y poseen lo más valioso: el tiempo, la juventud y las ganas por superarse y salir del atolladero. Al fin y al cabo, como dice Swan: "Los Warriors son los mejores". Véanla, no tiene ningún desperdicio.






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